Apagado.
Menciones lóbregas.
Cortitas
Pasamos la mayor parte del tiempo quejándonos de todo, ya es una práctica deportiva, nos quejamos del amanecer, nos quejamos del anochecer presuroso, nos quejamos del tiempo y de su manera desenfrenada de caminar, nos quejamos de las manías del resto sin mirar las nuestras, nos quejamos del trabajo y no valoramos que tenemos uno, nos quejamos de los horarios sin medir que ello nos ayuda a tener un orden mayor, nos quejamos de la melancolía agónica y la disfrutamos cuando recordamos, nos quejamos de la política y somos nosotros quienes elegimos, nos quejamos de la televisión y sus programas sedimentos, sin embargo no nos atrevemos a aceptar que nos entretiene, nos escandalizamos de las reputaciones de la chica que estuvo con 4 hombres a la vez, sin embargo restamos importancia hipócritamente a quienes mueren asesinadas por sujetos dementes. Somos el símbolo de destrucción que actúa con vehemencia si se trata de señalar al resto y sobre todo si se trata de cometer errores, nos hemos convertido en el círculo atribulado de criticar sin sumar, pensando que la idea no es buena sino es idea tuya, riéndote siempre del más débil y dejando ir al más fuerte y puro. Desconocemos al ángel y optamos por lo opuesto sabiendo que es más rico mientras te destruye, he preferido dejar de hablarle, dejar de llamarle y comenzar a alejarme, quizás el tan solo hecho de saber que tengo un avance vertiginoso a la nada, al vacío, al desierto; hace que mi afecto la proteja de mí mismo. La estrella más bella, no sólo era ella, sino la prisa acompañante de cuidarme sin premio a cambio, una ralea de amor que ignoraba, un color familiar que me hacía adverso a mis líneas racistas y burlonas de comerme el karma designado por torturar justificándome en mi infancia bisoña. El milagro que no merecía y lo honesto de toda mi falsedad, partió a un paraíso, un paraíso que no conozco, ni conoceré.
#AnthonyTello10