Lo inverosímil de una frustración personal se contuvo en un instante mientras pensaba en verte. Tal vez fue mi actitud poco quisquillosa y muy brusca de tenerte, o la retina cargada de pasados y brechas malvividas que hacían insoportable mi presente. Tardé dos horas en contestarme ¿Cuándo fue y por qué fue? La respuesta fue larga debido a la paliza de recuerdos netamente embrollados e intrincados, el tiempo pasó vertiginosamente y siento que nunca hubo chance para escarmentar, aprender y no volver a cometer. Es fraudulento eso de sacar un clavo con otro, es lúdico ver dos cadáveres abrazándose, eso sólo pasa en las películas de ficción, algunos la llaman “románticas”, pero son calificativos diferentes. Lo cierto es que nadie puede salir a correr después de sufrir un accidente, necesitas reposo, descanso y mucho tiempo para volver a tomar fuerzas y confianza. Lo mismo sucede en cuestiones afectuosas, primero estás tú, antes que el resto, date un tiempo y continúa. Fingir hipócritamente que quieres algo o lo que es peor, a alguien, es caer en el mismo círculo vicioso, en el cual quizás tú, antes fuiste víctima. La verdadera y única muerte es el olvido. Cerremos el círculo del egoísmo.